TFCA



Conmemoración del Día Internacional de la Mujer en el TFCA

 

 

 

 

Exposición de pintura y arte aplicado “SONIDOS Y COLORES DE LA MUJER”.

 

Artículo "LA MUJER A TRAVÉS DEL PERSONAJE LITERARIO". Mtra. Susana Barroso Montero.

 

PALABRAS DE LA MAGISTRADA SUSANA BARROSO MONTERO, EN LA INAUGURACIÓN DE LA EXPOSICIÓN DE LA ARQUITECTA SYLVIA SANTILLÁN, EN CONMEMORACIÓN DEL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

13 de marzo de 2014.

 

Doctor Alvaro Castro Estrada

Compañeras y compañeros del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje:

Estoy muy contenta de compartir algunas ideas con ustedes en esta celebración del Día de la Mujer.

Yo nunca he sido proclive a participar en grupos feministas o de equidad de género, no porque no esté a favor de la causa femenina, sino simplemente porque considero que, cuando no tengamos un Día de la Mujer o sea necesario un Instituto de la Mujer o un tipo penal especial para feminicidio, o un lenguaje incluyente, cuando dejen de contratarnos sólo para llenar una cuota, pues entonces será el día que dejaremos de ser una minoría y que la igualdad será una realidad.

El tema de la mujer a través de la Historia es sin duda alguna fascinante, más que nada porque partiendo de las civilizaciones más antiguas en las que era frecuente encontrar matriarcados, luego pasamos, no a una situación de igualdad, sino que fuimos pendularmente al otro extremo donde encontramos un mundo dominado por hombres en el que la valía de la mujer consistía en concebir y criar hijos.

Contribuyeron a ello muchos factores, sociales, políticos y religiosos, no obstante lo anterior, siempre ha habido mujeres destacadas que han encontrado la manera de abrirse paso entre condiciones muy adversas.

Hace poco me pidieron que participara en una publicación que haría el Tribunal Superior de justicia del Estado de México sobre la mujer y yo reticente como soy a la manera como se trata políticamente el tema, decidí que la Literatura podría brindar un panorama sobre la evolución de la mujer a través de diferentes momentos, expresado a través del personaje literario, observando el entorno femenino desde la mirada del relator. No importa si este es un hombre o una mujer pues ha habido muchos escritores, por citar algunos Gustave Flaubert, Balzac, Emile Zolá o Mario Benedetti, que siendo hombres han entendido el alma femenina y la han plasmado en obras geniales.

El ensayo terminó resultando muy gozoso para mí y desde luego se quedó muy corto pues hay personaje femenino para rato. Agradezco al Dr Castro y a la Comisión de Equidad de Género del Tribunal, especialmente a las Magistradas Patricia Sánchez Avendaño, Irma Ramirez Sánchez y al Magistrado Alfredo Freyssinier Álvarez , que hayan tomado la decisión de repartirles el ensayo que preparé en aquella ocasión pues mi intención, en caso de que quieran leerlo, es participarles de un pequeño viaje por diferentes modos de entender el mundo a través de los ojos de personajes femeninos que se nos quedan en el alma porque son el relato de diferentes momentos por los que las mujeres hemos ido abriendo brecha para otras que vienen detrás.

Es importante entender que no son personajes ficticios, se trata de mujeres observadas por el escritor en su realidad y es indudable que, en este 2014, todavía hay muchas mujeres como Cossette o Fantine relatadas por Victor Hugo en la Francia del 1700, en Los Miserables, que sufren una niñez degradante, llena de vejaciones, a las que la miseria obliga a vender todo lo que poseen, incluso su cuerpo, hasta acabar en una fosa pública, cualquier parecido con las muertas de Juárez no es una coincidencia.

Todavía podemos encontrar frecuentemente mujeres como las protagonistas de las novelas de Jane Austin que encuentran la sobrevivencia a través de un matrimonio conveniente, a las que los atavismos sociales no les dejan margen de decisión, o mujeres frustradas, insatisfechas, para las que el adulterio significa una redención en principio y un espantoso ostracismo y muerte trágica al final, como en el caso de Madame Bovary o Ana Karenina.

Seguimos encontrando cortesanas a las que la sociedad no permite redención alguna, como la Marguerite Gautier de La Dama de las Camelias, o mujeres abnegadas, que aún creen que su única misión es la de servir a Dios, luego al padre, al marido y por último a los hijos, como en La Perfecta Casada de Fray Luis de León, o heroínas valientes como Brunilda del Cantar de los Nibelungos o mujeres fuertes y con ideales definidos como las que habitan en la Casa de los Espíritus de Isabel Allende.

Por otro lado, también sigue habiendo madres o abuelas intransigentes que coartan la libertad de sus hijas o nietas, al estilo de Tristana o la Casa de Bernarda Alba.

Desgraciadamente también todavía se puede escuchar de muchos hombres, pero también de muchas mujeres, opiniones o comentarios que denigran a la mujer al estilo de un Francisco de Quevedo que dejaba sentir su misoginia a la menor oportunidad o el clérigo Baltasar Gracián que afirmaba que la mujer es carne y demonio y origen de todos los males, la enemiga de la perfección espiritual. Desafortunadamente todavía sigue siendo una realidad la opresión y la crueldad hacia las mujeres en Afganistán o la ablación en algunos países africanos.

Sin duda alguna, en el siglo XXI, la mujer se ha liberado de algunos prejuicios sociales y ha podido acceder a carreras o puestos de trabajo antes solamente reservados para los hombres, pero también han aumentado algunos sufrimientos que antes no tenía, como el de competir, demostrar autosuficiencia, conservarse joven, mantener el peso, la dificultad de encontrar relaciones estables, como se relata en el Diario de Bridget Jones o en la serie Millenium.

Ahora la mujer vive angustiada haciéndose pedazos para estirar el tiempo y poder compaginar eficazmente el trabajo y el estudio con la vida familiar.

Aún hay mucho por hacer pero, a  mi modo de ver, la verdadera igualdad se alcanzará cuando el contrato matrimonial no signifique un pacto de sumisión, ni la maternidad convierta a la mujer en esclava de por vida, cuando la manutención, la atención y el tiempo sea brindado a los hijos por igual entre sus progenitores; cuando la mujer pueda trabajar o estudiar sin que se le haga sentir culpable por abandonar a la familia, cuando sus ratos malos no sean sinónimo de “sus días difíciles”; cuando su cuerpo no sea utilizado, ni su dignidad pisoteada, ni su espíritu quede atado en la cotidianeidad.

Pero esos logros no vendrán de fuera, los tenemos que conquistar las mujeres día a día; sin gritos, carteles y manifestaciones, simplemente con el ejemplo, viviendo de tal manera que nuestra libertad sexual no sea sinónimo de libertinaje, sino de responsabilidad por todos nuestros actos; asumiéndonos en todo momento como seres libres e inteligentes, no en lucha ni enfrentamiento con los varones, sino participando con ellos en la creación de nuestro entorno social, iguales como seres humanos, pero conservando siempre nuestra esencia y disfrutando con orgullo la maravillosa experiencia de ser mujer.